Hoy fue un día del asco, sinceramente, no exagero. Tengo una horrible quemadura en el brazo que me arde hasta los huesos, le he puesto de todo, pero aun así duele. Al principio parecía grave pero ahora ya no tanto. No quiero saber como se pondría mi madre si la ve. No tengo la calma para aceptar que fue mi culpa, así que mientras tanto odiaré a Vincent hasta la muerte. Y sí, fue el maldito zombi. Pero relataré todo aquí, absolutamente todo, quiero recordar cada detalle, porque la próxima luna llena Vincent morirá así eso signifique que muera calcinado.
Todo empezó cuando hoy en la mañana me levanté de mala gana. ¡Por favor, es viernes! No debí siquiera haberme levantado. Pero lo hice. Aunque fui a la escuela no entré. En lugar de eso me fui a vagar por la ciudad. Fumé la única cajetilla que llevaba sin darme cuenta. No estaba nervioso, solo no podía dejar de pensar en Vincent, lo que había hecho con el fuego, la manera en que cambió su fisiología. Luego pensé en Lenz, sabía que yo no podía encontrarlo por medio de mi olfato, pero, ¿Por qué él no podía leer la mente de Vincent? Aún no lo comprendo. A demás la noche que peleé con él noté tantas cosa raras. Es un enemigo realmente extraño.
Después de pensar tanto comenzó a dolerme la cabeza, así que tomé el camino hacia mi casa. Antes paré en una tienda para comprar mas cigarros y luego, como en un cuarto de hora llegué a mi casa, bueno, casi. Cuando iba sobre la calle en la que estaba mi casa, alguien me sujetó del brazo y me arrastró con fuerza. Traté de soltarme como pude, pero ese brazo parecía hecho de piedra. Tuve el fuerte impulso de morderlo pero había gente cerca, gente distraída que velozmente se volvería a nosotros si escucharan un potente grito de dolor así que me contuve. La persona me jalaba de espaldas, cuando traba de voltear para verlo me retorcía el brazo y me obligaba a voltearme. Supe que no era Vincent porque este sujeto tenía olor, y hedía como cerdo. Luego cuando llegamos a un parque sucio y olvidado, apestoso a orines y lleno de botellas de cerveza vacías, al fin me soltó. Me di la vuelta con intensiones de matarlo pero al instante reconocí al sujeto. Era mi padre, que ahora tenia un aspecto horrible, parecía un mendigo. Bueno yo siempre dije que era un vago, pero esta vez era literalmente un vago.
-¿Te ves asqueroso?- le dije honestamente.
-Ya lo sé.- respondió, parecía muy cansado.
-¿Qué quieres?
-Realmente nada. Nada que pueda provenir de ti. -Dijo el viejo.- Solo quería avisarte que me quedaré en casa unos días.
-Mira, aunque quisiera evitarlo tú harás lo que te dé la gana, pero mamá se volverá loca en cuanto te vea y llamará a la policía como siempre lo hace.
-Ni si quiera me verá, te lo aseguro.- dijo con su voz ronca de ebrio.- Necesito descansar, eso es todo.
-¿Por qué?
-¿Por qué que?
-¿Por qué en la casa? -pregunté ya fastidiado.- ¿De que tienes que descansar? ¿Estas cansado de descansar tanto tiempo?
-Maldito impertinente.- masculló para sí.- En realidad tengo graves problemas con unos sujetos. Necesito encontrar a alguien en esta ciudad y entregarles su pellejo para que me dejen tranquilo.
-¡Ah! Eso explica tu apariencia. Esos sujetos de te dieron una paliza ¿no?- me burlé.- ¿Y a quien buscas?
-Aunque quisiera decírtelo no podría, no tengo ni idea de como se llama. No se siquiera como es físicamente.
-¿Entonces…estas frito?
-Tengo solo un indicio…- quedó un instante pensativo.- …quinesis…pirotécnica...- murmuró algo inentendible. .-Como sea, solo te quería avisar que estaría en casa. Evita que tu madre se dé cuenta si no quieres tener problemas.
Mi padre se fue sin decir más. Me quedé allí solo pensando en la clase de sujetos con los que mi padre pudo ganar problemas. En ese momento, cuando ya estaba harto de tanto acertijo, se me ocurrió volver a la escuela para hablar con Lenz. Siendo sincero, él es mas listo que yo, él sabe muchas mas cosas que yo así que creí que serviría de algo contarle sobre la pelea con Vince. Así que en seguida regresé a la escuela.
Todo estaba en calma, había pocas personas en los pasillos. Le envié un mensaje a Lenz por celular diciéndole que lo esperaba en la explanada principal de la escuela. Mientras iba por ahí hacia el punto donde me encontraría con Lenz hubo un pequeño contratiempo, bastante típico en la escuela. Accidentalmente (o tal ves no tan accidental) choqué con uno de cuatro sujetos cuando pasaron cerca de mí. Sujetos grandes y pesados, probablemente deportistas. Obviamente el tipo se molestó mucho,
-Fíjate por donde vas, idiota.- dijo volviéndose.
-Lo siento.- dije con sarcasmo.- Pero ustedes ocupan todo el camino.
Los sujetos gordos ahora se venían contra mí. El de en medio comenzó a empujarme como los hacen todos los bullies. Creo que me estaba divirtiendo, o quizá solo era una especie de instinto juguetón que hacía que yo quisiera torear a eso tipos hasta que quisieran matarme. Sabía que si intentaba huir me seguirían, así que escogí el mejor lugar para correr, el baño de hombres. Y así fue, escuché los pasos rápidos y pesados detrás de mí, y poco después de que entré en el baño ellos también llegaron.
Un sentimiento raro crecía en mí. Un instinto depredador. Los había traído a mi trampa y allí estaban, sin nadie que pudiera ayudarlos.
-Te llegó la hora.- gritó el tipo con el que había chocado y el resto se burlaban mientras se tronaban los nudillos. El sujeto avanzó hacia donde yo estaba. Me olvidé totalmente del hecho de que ni siquiera era de noche, por lo tanto no había luz de luna. Con toda la seguridad del mundo salté hacia el cuello de mi enemigo. Fue extraño porque no recuerdo que halla puesto resistencia o tal vez no me di cuenta, tal vez no se lo esperaba y no reaccionó a tiempo. Mis dientes se enterraron como filosos cuchillos en su cuello, en un instante comencé a sentir el sabor de su sangre en mi lengua. Los gritos resonaban por todo el cuarto. El sujeto gordo, ayudándose con sus brazos logró zafarse de mis dientes. El sujeto y sus amigos me miraban un poco horrorizados. Hubiera querido verme, debí parecer un psicópata sanguinario. En un instante el gordo calló y ahora tenía otra expresión en su cara, parecía que le iba a dar un infarto. En un parpadeo vi los cuatro traseros precipitándose a salir por la puerta como cerdos asustados, chillando y gritando.
Quise perseguirlos, pero mi parte humana recordaba que estaba dentro de los muros de la escuela. “¡Carajo!” grité. Habiendo pasado todo eso me di cuenta que estaba algo encorvado hacía el frente y que había arrugado la cara, como cuando estoy en trance de luna llena. Cuando iba a lavarme la boca (que estaba llena de sangre grasosa) me espanté en cuanto vi el espejo sobre los lavamanos, en medio del sobresalto me di la vuelta rápidamente, guardando la distancia ante al enemigo que había visto reflejado. Vincent estaba parado ahí como si nada, sin expresión alguna, pálido como un muerto y con los ojos centelleantes como los de un animal nocturno. Fue en ese momento que entendí que los cuatro gordos habían huido al verlo parado atrás de mí con aire amenazante y ese aspecto ominoso.
-Eres lento y torpe.- dijo despegándose de la pared. Luego hiso una mueca rara parecida a una sonrisa maliciosa.- ¡Mírate! Todavía tiemblas.
-¿Qué quieres?- respondí tratando de calmar mi respiración.
-¿Tu que crees?- dijo acercándose determinado a matarme.
En un instante ya estaba en frente de mí. Reaccioné tan rápido como pude para atacarlo. Extendí el brazo violentamente hacia mi enemigo como para arañarlo pero él me tomo del brazo antes de que pudiera tocarlo. Mientras intentaba zafarme el brazo comenzó a arderme, me estaba quemando. Intenté soltarme con la otra mano pero la de Vincent ardía como un metal al rojo vivo. Grité. Sentí como si mi brazo derecho se hubiera desecho en cenizas. Luego Vincent me tapo la boca con la otra mano, y la que me sujetaba el brazo ahora estaba fría. –Shhh.- escuchamos pasos que se aproximaban. Vincent me soltó y corrió hacia la pared del baño y ágilmente salió por la única ventana sin rejas, que por cierto estaba muy arriba, pero como había visto antes, él se movía como una lagartija sobre las paredes.
Los pasos se acercaban y era imposible para mí salir como lo había hecho Vincent, así que como toda persona normal, me escondí en un cubículo. Espere hasta que el sujeto se fue, que para mi fueron como dos horas. De rato me salí, no sin antes lavarme el hocico ensangrentado, y lo del brazo fue un poco más complicado de ocultar, pero creo que nadie se dio cuenta.
Cuando encontré a Lenz lo jalé hasta que salimos de la escuela sin darle ninguna explicación, o bueno, de todas formas creo que terminó leyéndolo en mi mente. Luego mientras caminábamos me habló:
-Oye, no podemos ir a mi casa.- dijo tranquilamente, como siempre sabe casi todo lo que pienso.- Mi familia esta ahí y unos cuantos invitados también. Llamarías mucho la atención.
-Sabes que mi casa es un caos, además allí esta mi padre ahora.
-¿Tu padre? No me dijiste nada de él.
-¿Qué no puedes simplemente leer mi mente?
-Ya te dije que no es tan sencillo. Es igual de aburrido que leer un libro, solo leo lo que esta a la vista, si me entiendes. No leeré toda tu historia.
-Bueno mi padre, el que me heredó la maldición acaba de llegar a mi casa. Dijo algo así como que esta huyendo de un sujeto. Y… dijo que esta buscando a otro sujeto.
-Ah si, y no sabe nada acerca del sujeto.- respondió como burlándose de mi bastante pobre léxico.
-Exacto, sería bueno que le hicieras un lavado de cerebro. Dijo algo raro sobre pirotecnia o algo así.
-¡Pirotecnia!- gritó Lenz como un histérico deteniéndose en seco. Me jaló el brazo quemado y lo examinó.- Vincent es piroquinético. ¿Cómo no me di cuenta antes?
-¿Piroquinético?
-Sí, torpe.- dijo Lenz poniendo los ojos en blanco en señal de fastidio.- Significa que controla el fuego. Mira, la quemadura tiene la forma de su mano.
-¿Cómo una especie de lanzallamas?
-Exacto.- Lenz se detuvo un momento.- Tu padre busca a Vincent.
-Ese viejo ridículo jamás podrá con él.
Después de eso Lenz se interesó mucho en ir a hablar con mi padre. Dijo que tal vez él tendría alguna otra pista sobre Vincent o algo así. Parecía entre preocupado y excitado. Y ya que reflexiono en todo esto, ahora se lo que es Vincent, pero aun no sé lo que es Lenz. Debe estar ocultando muchas cosas.
-¡Sí, eso!- gritó mi padre cuando fuimos a encontrarnos con él, cuando Lenz volvió a decir la palabra clave.- ¡Eso es, un piroquinético!
-Ahora ya no me sorprende que ustedes dos sean familia.- dijo Lenz.- Por suerte lo conocemos. Vincent es su nombre.
-Vincent.- repitió mi padre quedándose pensativo como si pretendiera encontrarlo con solo saber su nombre. Parecía que ya tenía algo planeado.
-Sí, pero por desgracia ese sujeto es mío.- me apresuré a decir antes de que el viejo se hiciera ilusiones.- Así que puedes olvidarte de él. Además, se lo suficiente para estar seguro de que tu no podrías ganarle.
-Bueno, eso es lo que quería oír.- dijo mi padre reclinándose en la silla.- Que mi hijo ayude a su muy cansado padre.
-No lo hago para ayudarte.-repliqué con tono brusco. Mi padre río.
-Ya lo sé. Pero por lo menos voy a dejar que lo intentes, y cuando te mate ya terminaré yo el trabajo.
Así terminó la discusión de hoy. Las luces del auto de mi madre se filtraron entre las persianas de la sala y mi padre huyó hacia el sótano. Lenz salió por la puerta de atrás y yo fingí quedarme dormido en el sillón de sala con el televisor encendido, sin olvidar ocultar mi brazo chamuscado.
miércoles, 4 de abril de 2012
Viejo vagabundo.
Publicado por Stein Adler en 22:03
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