Ha pasado casi una semana desde la última vez que escribí, si ahora me ha dado por escribir es porque estoy muy aburrido. El tiempo en la escuela es eterno sin mencionar que la odio con todas mis fuerzas, a veces desearía que las clases fueran por la noche, así alguien tendría la desgracia de tener un desagradable encuentro conmigo en plena luna llena. Eso me recuerda que detesto tanto mi cuerpo cuando es normal. Mi frustración es cada vez mayor cada que veo que mi fuerza desaparece cuando la luz de la luna se va, y aunque la ira me consume no tengo más que arboles y pequeños animales para desquitarme al memento de mi trance de luna llena. A veces desearía transformarme por completo en un hombre lobo, pero tal vez de ser así ya estaría muerto. He peleado antes con mi padre. Aquella vez nos encontramos por casualidad. No recuerdo muy bien lo que paso, pero sé que a pesar de no estar completamente convertido en bestia yo lo derrote en esa noche, y pienso que la razón es que soy más hombre que lobo.
Es algo muy raro el momento del trance, ahora que lo pienso nunca he reflexionado en todo lo que pasa antes, durante y después del trance. No siempre he sido así, no siempre he tenido que esconderme para ocultar mi naturaleza. Recuerdo que cuando tenía siete años destruía todo lo que estaba cerca, no recuerdo que fuera en luna llena, pero sí recuerdo que estaba tan enojado que sentía que la cabeza me iba a explotar y apretaba tanto los dientes que debieron haberse quebrado, pero no lo hicieron. Después cuando crecí un poco más, me di cuenta que cuando todo esto pasaba mis uñas se tornaban oscuras y duras, era casi imposible cortarlas. Y así mientras crecía algo en mi cuerpo cambiaba. Cuando mi madre se convenció de que esos ataques de ira no eran por la edad, como ella decía, entonces me envío con el doctor Watson. Aun recuero cuando lo conocí:
-Bueno Kreus, según lo que me conto tu mama, a veces te pones muy molesto- Yo solo me dedicaba a mirarlo fijamente sin hacer ningún movimiento, supongo que eso lo ponía nervioso aunque ahora ya se acostumbro a mi- quiero que me digas todo lo que te hace enojar.- al principio no respondí nada, no quería hablar pero el viejo insistió, y entonces hable:
-Me enojo cuando las personas me provocan.
-¿Quiénes te provocan enojarte, hijo?
-Los niños de mi escuela- seguro que el viejo estaba pensando que solo se trataba de problemas para convivir con otros niños hasta que continué- y los chupa sangre.
-¿Y que son esos chupa sangre, Kreus?
-Gente que bebe sangre- ya comenzaba a sospechar de mi locura, tal vez hasta pensó que era homosexual- hay muchos en mi escuela, pero en mi salón solo hay uno.
-Entiendo…-dijo Watson, luego bajo la mirada y apunto algunas cosas. Obviamente no entendía nada, pero no quiso hacerme sentir como un demente, pero después de eso le dijo a mi madre que sufría los inicios de esquizofrenia. Me imagino que durante la sesión solo se dedico a anotar las tonterías que dije para leerlas después y reírse, y por eso me pidió que escribiera un diario, así leería mis ridiculeces diarias, las mismas de un ebrio que cree que tiene súper poderes, o las de una tonta niña que cree ser una gitana y hace pociones de amor para atraer al chico de sus sueños. Esa misma tarde mi mama se paso el día llorando lamentando su desgracia de tener que permanecer atada a su hijo esquizofrénico.
Luego cuando entre a la secundaria, vi que algunos vampiros también estaban allí. En todo momento los sentía sobre mí, un montón de ideas recorrían mi mente, me veía a mí atacándolos como si fuera un animal salvaje, desgarrándoles el cuello. Los podía oler, casi podía adivinar a quien pertenecía la sangre que desayunaron. Y la ira regresó. Cuando regresé a mi casa sentí que mi estomago esta duro, como si me hubiese tragado una piedra que apenas cabía en mis entrañas. Me encerré en mi cuarto y me tumbé en la cama. Desperté y ya era de noche, la cabeza me dolía, sentía que se me iban a caer todos los dientes y no podía abrir bien los ojos. Me sentí claustrofóbico como nunca antes, así que a pesar de mi sufrimiento salí de allí. Ya estando afuera, lo primero que hice fue mirar al oscuro cielo, el cual estaba brumoso. Sentí ganas de vomitar. Quise volver adentro pero cuando voltee, un vampiro llamado Owen estaba allí parado como si nada riéndose de mí. El muy idiota me golpeo en la cara y caí al suelo, quise ponerme de pie y darle su merecido pero fui muy lento, el me tomo del cuello y me levanto sin esfuerzo. Lo vi a los ojos, estaba mirándome como eufórico, era obvio que iba a morderme, lo bueno fue que entonces logré reaccionar y le rompí la nariz. Cuando volví a estar bien parado sobre el suelo comencé a correr en dirección al parque que estaba junto a un bosque, solo lo hice como si supiera lo que hacía, no estaba huyendo sino atrayéndolo a no sé dónde. Sentí que algo muy raro en mi interior me decía que hacer, pero cuando me percate de ello me detuve. Permanecí ahí parado pasta que un intenso dolor en toda mi espina dorsal me hizo caer nuevamente, entonces se me ocurrió voltear hacia arriba y vi que había luna llena, solo que en ese entonces no significó nada para mí. Bajé la mirada y observe mis manos, no podía mover mis dedos, giré mi mano y vi que mis uñas se alargaron unos cinco centímetros. Repentinamente Owen volvió a levantarme del suelo, pero esta vez utilicé mis nuevas armas y le arañé la cara, me soltó dejándome caer. Fui muy imbécil y me mordí la lengua. Sentí en mi boca el inconfundible sabor metálico de la sangre, luego me di cuenta de que tenía otro tipo de dientes, justo después de que me volví a morder, esos dientes eran exageradamente más grandes. También pude ver de otra forma mi entorno, tenia nuevos ojos. Después de ver todo lo que había cambiado en mi cuerpo me dedique a hacer pedazos a mi pobre compañero de clases. Después me divertí toda la noche destruyendo el parque, doblando los postes de luz, deformando botes de basura, rayando automóviles. Cuando el sol comenzó a salir me quede desmayado en el asfalto, y después de eso, desperté en el hospital, estaba junto a mis padres que hablaban tonterías con el doctor. Y eso fue lo que ocurrió la primera vez que estuve en trance. Supe todo lo que hacía, pero no podía controlarme, es como si ya estuviera programado para hacerlo, es un instinto, combinada con la ira acumulada de todos los días.
domingo, 21 de marzo de 2010
18 Octubre
Publicado por Stein Adler en 17:13
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