Hoy fue un día del asco, sinceramente, no exagero. Tengo una horrible quemadura en el brazo que me arde hasta los huesos, le he puesto de todo, pero aun así duele. Al principio parecía grave pero ahora ya no tanto. No quiero saber como se pondría mi madre si la ve. No tengo la calma para aceptar que fue mi culpa, así que mientras tanto odiaré a Vincent hasta la muerte. Y sí, fue el maldito zombi. Pero relataré todo aquí, absolutamente todo, quiero recordar cada detalle, porque la próxima luna llena Vincent morirá así eso signifique que muera calcinado.
Todo empezó cuando hoy en la mañana me levanté de mala gana. ¡Por favor, es viernes! No debí siquiera haberme levantado. Pero lo hice. Aunque fui a la escuela no entré. En lugar de eso me fui a vagar por la ciudad. Fumé la única cajetilla que llevaba sin darme cuenta. No estaba nervioso, solo no podía dejar de pensar en Vincent, lo que había hecho con el fuego, la manera en que cambió su fisiología. Luego pensé en Lenz, sabía que yo no podía encontrarlo por medio de mi olfato, pero, ¿Por qué él no podía leer la mente de Vincent? Aún no lo comprendo. A demás la noche que peleé con él noté tantas cosa raras. Es un enemigo realmente extraño.
Después de pensar tanto comenzó a dolerme la cabeza, así que tomé el camino hacia mi casa. Antes paré en una tienda para comprar mas cigarros y luego, como en un cuarto de hora llegué a mi casa, bueno, casi. Cuando iba sobre la calle en la que estaba mi casa, alguien me sujetó del brazo y me arrastró con fuerza. Traté de soltarme como pude, pero ese brazo parecía hecho de piedra. Tuve el fuerte impulso de morderlo pero había gente cerca, gente distraída que velozmente se volvería a nosotros si escucharan un potente grito de dolor así que me contuve. La persona me jalaba de espaldas, cuando traba de voltear para verlo me retorcía el brazo y me obligaba a voltearme. Supe que no era Vincent porque este sujeto tenía olor, y hedía como cerdo. Luego cuando llegamos a un parque sucio y olvidado, apestoso a orines y lleno de botellas de cerveza vacías, al fin me soltó. Me di la vuelta con intensiones de matarlo pero al instante reconocí al sujeto. Era mi padre, que ahora tenia un aspecto horrible, parecía un mendigo. Bueno yo siempre dije que era un vago, pero esta vez era literalmente un vago.
-¿Te ves asqueroso?- le dije honestamente.
-Ya lo sé.- respondió, parecía muy cansado.
-¿Qué quieres?
-Realmente nada. Nada que pueda provenir de ti. -Dijo el viejo.- Solo quería avisarte que me quedaré en casa unos días.
-Mira, aunque quisiera evitarlo tú harás lo que te dé la gana, pero mamá se volverá loca en cuanto te vea y llamará a la policía como siempre lo hace.
-Ni si quiera me verá, te lo aseguro.- dijo con su voz ronca de ebrio.- Necesito descansar, eso es todo.
-¿Por qué?
-¿Por qué que?
-¿Por qué en la casa? -pregunté ya fastidiado.- ¿De que tienes que descansar? ¿Estas cansado de descansar tanto tiempo?
-Maldito impertinente.- masculló para sí.- En realidad tengo graves problemas con unos sujetos. Necesito encontrar a alguien en esta ciudad y entregarles su pellejo para que me dejen tranquilo.
-¡Ah! Eso explica tu apariencia. Esos sujetos de te dieron una paliza ¿no?- me burlé.- ¿Y a quien buscas?
-Aunque quisiera decírtelo no podría, no tengo ni idea de como se llama. No se siquiera como es físicamente.
-¿Entonces…estas frito?
-Tengo solo un indicio…- quedó un instante pensativo.- …quinesis…pirotécnica...- murmuró algo inentendible. .-Como sea, solo te quería avisar que estaría en casa. Evita que tu madre se dé cuenta si no quieres tener problemas.
Mi padre se fue sin decir más. Me quedé allí solo pensando en la clase de sujetos con los que mi padre pudo ganar problemas. En ese momento, cuando ya estaba harto de tanto acertijo, se me ocurrió volver a la escuela para hablar con Lenz. Siendo sincero, él es mas listo que yo, él sabe muchas mas cosas que yo así que creí que serviría de algo contarle sobre la pelea con Vince. Así que en seguida regresé a la escuela.
Todo estaba en calma, había pocas personas en los pasillos. Le envié un mensaje a Lenz por celular diciéndole que lo esperaba en la explanada principal de la escuela. Mientras iba por ahí hacia el punto donde me encontraría con Lenz hubo un pequeño contratiempo, bastante típico en la escuela. Accidentalmente (o tal ves no tan accidental) choqué con uno de cuatro sujetos cuando pasaron cerca de mí. Sujetos grandes y pesados, probablemente deportistas. Obviamente el tipo se molestó mucho,
-Fíjate por donde vas, idiota.- dijo volviéndose.
-Lo siento.- dije con sarcasmo.- Pero ustedes ocupan todo el camino.
Los sujetos gordos ahora se venían contra mí. El de en medio comenzó a empujarme como los hacen todos los bullies. Creo que me estaba divirtiendo, o quizá solo era una especie de instinto juguetón que hacía que yo quisiera torear a eso tipos hasta que quisieran matarme. Sabía que si intentaba huir me seguirían, así que escogí el mejor lugar para correr, el baño de hombres. Y así fue, escuché los pasos rápidos y pesados detrás de mí, y poco después de que entré en el baño ellos también llegaron.
Un sentimiento raro crecía en mí. Un instinto depredador. Los había traído a mi trampa y allí estaban, sin nadie que pudiera ayudarlos.
-Te llegó la hora.- gritó el tipo con el que había chocado y el resto se burlaban mientras se tronaban los nudillos. El sujeto avanzó hacia donde yo estaba. Me olvidé totalmente del hecho de que ni siquiera era de noche, por lo tanto no había luz de luna. Con toda la seguridad del mundo salté hacia el cuello de mi enemigo. Fue extraño porque no recuerdo que halla puesto resistencia o tal vez no me di cuenta, tal vez no se lo esperaba y no reaccionó a tiempo. Mis dientes se enterraron como filosos cuchillos en su cuello, en un instante comencé a sentir el sabor de su sangre en mi lengua. Los gritos resonaban por todo el cuarto. El sujeto gordo, ayudándose con sus brazos logró zafarse de mis dientes. El sujeto y sus amigos me miraban un poco horrorizados. Hubiera querido verme, debí parecer un psicópata sanguinario. En un instante el gordo calló y ahora tenía otra expresión en su cara, parecía que le iba a dar un infarto. En un parpadeo vi los cuatro traseros precipitándose a salir por la puerta como cerdos asustados, chillando y gritando.
Quise perseguirlos, pero mi parte humana recordaba que estaba dentro de los muros de la escuela. “¡Carajo!” grité. Habiendo pasado todo eso me di cuenta que estaba algo encorvado hacía el frente y que había arrugado la cara, como cuando estoy en trance de luna llena. Cuando iba a lavarme la boca (que estaba llena de sangre grasosa) me espanté en cuanto vi el espejo sobre los lavamanos, en medio del sobresalto me di la vuelta rápidamente, guardando la distancia ante al enemigo que había visto reflejado. Vincent estaba parado ahí como si nada, sin expresión alguna, pálido como un muerto y con los ojos centelleantes como los de un animal nocturno. Fue en ese momento que entendí que los cuatro gordos habían huido al verlo parado atrás de mí con aire amenazante y ese aspecto ominoso.
-Eres lento y torpe.- dijo despegándose de la pared. Luego hiso una mueca rara parecida a una sonrisa maliciosa.- ¡Mírate! Todavía tiemblas.
-¿Qué quieres?- respondí tratando de calmar mi respiración.
-¿Tu que crees?- dijo acercándose determinado a matarme.
En un instante ya estaba en frente de mí. Reaccioné tan rápido como pude para atacarlo. Extendí el brazo violentamente hacia mi enemigo como para arañarlo pero él me tomo del brazo antes de que pudiera tocarlo. Mientras intentaba zafarme el brazo comenzó a arderme, me estaba quemando. Intenté soltarme con la otra mano pero la de Vincent ardía como un metal al rojo vivo. Grité. Sentí como si mi brazo derecho se hubiera desecho en cenizas. Luego Vincent me tapo la boca con la otra mano, y la que me sujetaba el brazo ahora estaba fría. –Shhh.- escuchamos pasos que se aproximaban. Vincent me soltó y corrió hacia la pared del baño y ágilmente salió por la única ventana sin rejas, que por cierto estaba muy arriba, pero como había visto antes, él se movía como una lagartija sobre las paredes.
Los pasos se acercaban y era imposible para mí salir como lo había hecho Vincent, así que como toda persona normal, me escondí en un cubículo. Espere hasta que el sujeto se fue, que para mi fueron como dos horas. De rato me salí, no sin antes lavarme el hocico ensangrentado, y lo del brazo fue un poco más complicado de ocultar, pero creo que nadie se dio cuenta.
Cuando encontré a Lenz lo jalé hasta que salimos de la escuela sin darle ninguna explicación, o bueno, de todas formas creo que terminó leyéndolo en mi mente. Luego mientras caminábamos me habló:
-Oye, no podemos ir a mi casa.- dijo tranquilamente, como siempre sabe casi todo lo que pienso.- Mi familia esta ahí y unos cuantos invitados también. Llamarías mucho la atención.
-Sabes que mi casa es un caos, además allí esta mi padre ahora.
-¿Tu padre? No me dijiste nada de él.
-¿Qué no puedes simplemente leer mi mente?
-Ya te dije que no es tan sencillo. Es igual de aburrido que leer un libro, solo leo lo que esta a la vista, si me entiendes. No leeré toda tu historia.
-Bueno mi padre, el que me heredó la maldición acaba de llegar a mi casa. Dijo algo así como que esta huyendo de un sujeto. Y… dijo que esta buscando a otro sujeto.
-Ah si, y no sabe nada acerca del sujeto.- respondió como burlándose de mi bastante pobre léxico.
-Exacto, sería bueno que le hicieras un lavado de cerebro. Dijo algo raro sobre pirotecnia o algo así.
-¡Pirotecnia!- gritó Lenz como un histérico deteniéndose en seco. Me jaló el brazo quemado y lo examinó.- Vincent es piroquinético. ¿Cómo no me di cuenta antes?
-¿Piroquinético?
-Sí, torpe.- dijo Lenz poniendo los ojos en blanco en señal de fastidio.- Significa que controla el fuego. Mira, la quemadura tiene la forma de su mano.
-¿Cómo una especie de lanzallamas?
-Exacto.- Lenz se detuvo un momento.- Tu padre busca a Vincent.
-Ese viejo ridículo jamás podrá con él.
Después de eso Lenz se interesó mucho en ir a hablar con mi padre. Dijo que tal vez él tendría alguna otra pista sobre Vincent o algo así. Parecía entre preocupado y excitado. Y ya que reflexiono en todo esto, ahora se lo que es Vincent, pero aun no sé lo que es Lenz. Debe estar ocultando muchas cosas.
-¡Sí, eso!- gritó mi padre cuando fuimos a encontrarnos con él, cuando Lenz volvió a decir la palabra clave.- ¡Eso es, un piroquinético!
-Ahora ya no me sorprende que ustedes dos sean familia.- dijo Lenz.- Por suerte lo conocemos. Vincent es su nombre.
-Vincent.- repitió mi padre quedándose pensativo como si pretendiera encontrarlo con solo saber su nombre. Parecía que ya tenía algo planeado.
-Sí, pero por desgracia ese sujeto es mío.- me apresuré a decir antes de que el viejo se hiciera ilusiones.- Así que puedes olvidarte de él. Además, se lo suficiente para estar seguro de que tu no podrías ganarle.
-Bueno, eso es lo que quería oír.- dijo mi padre reclinándose en la silla.- Que mi hijo ayude a su muy cansado padre.
-No lo hago para ayudarte.-repliqué con tono brusco. Mi padre río.
-Ya lo sé. Pero por lo menos voy a dejar que lo intentes, y cuando te mate ya terminaré yo el trabajo.
Así terminó la discusión de hoy. Las luces del auto de mi madre se filtraron entre las persianas de la sala y mi padre huyó hacia el sótano. Lenz salió por la puerta de atrás y yo fingí quedarme dormido en el sillón de sala con el televisor encendido, sin olvidar ocultar mi brazo chamuscado.
miércoles, 4 de abril de 2012
Viejo vagabundo.
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sábado, 19 de febrero de 2011
Batalla contra el muerto de Vince
Aquel lugar estaba vacío. Sólo había una cama y una cajonera, las ventanas estaban selladas y aquel montón de velas que Vincent encendió eran la única iluminación. Allí dentro olía únicamente a fuego. Aunque el ambiente era frío percibía este aroma, y a partir de aquel momento no ignoro jamás este olor, que antes no había notado y todo el mundo ignora, porque sólo unas cuantas personas pueden percibirlo, debido a que siempre interviene el olor de lo que se quema. El olor a fuego no es olor a quemado, no sé como describirlo, es algo tan peculiar. De hecho ahora creo que tal vez ese es el aroma de Vincent, por eso no lo había percibido. Al fin Vincent volteó a verme, y volvió a mirar las velas, parecía que no pensaba dirigirme la palabra.
Todavía faltaban alrededor de 8 horas para la luna llena, me había adelantado demasiado. Me sentí como un retrasado estando allí parado sin hacer nada. Me senté en suelo justo en frente de él. Apoyé el brazo en la rodilla, jamás imagine que esto pasaría, él se volvió hacia a mí:
-¿Qué? ¿Acaso piensas estar allí hasta que salga la luna?- conservaba ese mismo tono odioso. Demasiada serenidad, incluso para él, era como una ofensa para mí.
-A menos que quieras huir.
-¿Qué fue lo que te hice?
-Pues directamente… nada, pero es un desperdicio no tener a nadie con quien entretenerme cada luna llena ¿No crees? Sobre todo tú, debes saberlo mejor que nadie.
-¿A qué te refieres?
-A que desde que llegaste, muchos desaparecieron. Tú sabes, ellos…
-Los fenómenos, mutantes, raros, monstruos… ninguno es apropiado. Creo- Hubo otro largo momento de silencio.
-¿Por qué estas siempre tan frio?- iba a preguntarle a cerca de su naturaleza pero creí que no sería prudente. No podía imaginar su respuesta.
-No sé. Creo que es genético.
-¿Y eso es malo?- se quedó pensando un momento, luego respondió.
-No sé. Es bueno y a la vez malo.-no supe qué diablos quiso decir, pero opté por no preguntarle más, pues parecía que no tenía la intención de contarme sus secretos, sin embargo prosiguió- Soy frío porque mi organismo lo requiere, pero siempre en estas épocas del año siento que muero.
Volvió a ver el conjunto de velas, las observaba a cada rato y aun no entiendo por qué. No tenía idea de que hacer en esa situación tan extraña, sentado enfrente de un enemigo, hablando como personas normales, esperando el momento para desgarrarnos el uno al otro. Aunque para mi aquella escena era de los mas incomoda, el tiempo parecía transcurrir más rápido, incluso llegué a sospechar que el reloj de mi celular no sirviera.
-Me sorprende que esa cosa esté impecable- dijo Vince, hablaba del celular- considerando lo tosco que podrías llegar a ser, mínimo tendría que tener la pantalla rota.-esbozó una media sonrisa. Es la primera vez que lo veo torcer la cara, por decirlo así.
-Solo lo uso cuando estoy aburrido, no tengo ni un solo numero grabado y nadie me llama- luego este loco me lo arrebato de las manos, pero no dije nada, la verdad poco me importaba lo que le sucediera a ese aparato asqueroso. Vincent presionaba todos los botones como un loco, solo veía su pulgar deslizándose rápidamente sobre las teclas como si trata de sacarle brillo, luego me lo regresó.- ¿Qué tanto hiciste?
-Nada, programé fecha y grabé un número- pero había más de un numero guardado, uno de ellos decía “Lenz”- créeme los vas a necesitar muy pronto. No deberías despreciar a las personas que te rodean, aunque no sean amigos tuyos.
-¿Cómo sabes estos números?
-En algún momento los vi. Tengo memoria fotográfica.
Me di cuenta que si al tratar de sacarle información a Vincent no obtendría nada, sino preguntas aun más extrañas, entonces tendría que dejar de tratar de hacerlo hablar, y tal vez el solo comenzaría a decir todo por si solo como lo acababa de hacer. Que tenga memoria fotográfica puede significar muchas cosas. Cada vez que descubro algo sobre él comienzo a sentirme algo intimidado.
-Y… ¿Por qué…cómo fue que viniste a parar aquí? ¿Por qué viniste desde Turquía?
-De Hungría- corrigió él- Pues pensé que si venía a un lugar donde hay tanta gente anormal, tal vez podría pasar desapercibido.
-Y supongo que ya notaste que no te funcionó para nada.
-Sí me funcionó, aunque no de la manera que esperaba. Hubiera querido tener un poco mas de tranquilidad, no tener que pelear con tus “amigos”.
-¿Qué estupideces estás diciendo? ¿Acaso no eres un animal asesino? Sé que no es una coincidencia que fueras tan buscado.
-A diferencia de ustedes, yo no soy competitivo. Y si es verdad que destruir es lo que mejor hago, pero estoy arto.
Luego ya no me importó que el silencio llenara el frío cuarto encerrado, la tranquilidad y el aburrimiento pudo haber matado a cualquiera, por poco habría dicho “¿Te importa si me duermo? Despiértame en 8 horas más”. Todavía cuando lo recuerdo me hace gracia, aunque de alguna forma se que Vincent me habría despertado justo a tiempo pero no podía bajar la guardia ante mi próxima presa.
Ya no vale la pena contar todo lo que pasó en ese largo plazo, solo diré que hice un montón de cosas para no aburrirme, como jugar con el celular hasta que se le acabo la pila y otras boberías mientras Vincent continuaba observando esas desgraciadas velas.
Al fin llegó en momento, no tenía el celular para comprobar que la hora había llegado pero comencé a sentir como la sangre se volvía loca en mis venas y Vince se había puesto de pie tan rápido que pensé que iba a atacarme allí mismo, pero solamente salto sobre mi cabeza y salió disparado por donde habíamos entrado. Salí del escondrijo con dificultad en parte porque mis huesos comenzaban a crujir.
Al salir estaba ya bastante mareado, mientras mis dolores se incrementaban yo busqué con la mirada a mi oponente esperando que no hubiese huido. Ya convertido en hombre lobo encontré a Vince, lo vi una milésima de segundo antes de que me golpeara tan fuerte que logró derribarme. Quise defenderme pero no lo vi, y sí, nuevamente me derribó. Se movía tan rápido que me golpeaba antes de que yo pudiera si quiera olfatearlo, lo que me hiso pensar que podía huir cuando quisiera, pero me enfrentaba como todo buen oponente. Me estaba matando, aunque no me hacía demasiado daño me enfurecía, sobre todo con el ruido de la ciudad que no me dejaba escuchar ni mis propios pasos, y la oscuridad de aquella noche, todo parecía querer que Vincent me derrotara. Todo cambió hasta que accidentalmente él me pisó, entonces lo agarré como si se tratara de cualquier objeto de más de 80 kilos, era bastante pesado a decir verdad, lo arrojé fuera del techo, luego imaginé que si caía en la calle podría ver con la luz de las lámparas, así que salté para seguirlo. No sé cómo fue que aguantamos la caída, sobre todo por Vincent, que cayó sobre un auto sin abollar el metal. Lo vi saltar hacia mí, entonces sí pude defenderme, lo arrojé de un zarpazo de nuevo contra el auto, pero esta vez no pudo evitar hacerle daño al vehículo. Casi al instante se incorporó y vino nuevamente a mí, intenté atacarlo pero era tan escurridizo que el próximo golpe lo dio él, me tambaleé y en un segundo el sujeto estaba sobre mis hombros tratando de arrancarme la cabeza, mientras mas trataba de quitármelo de encima sentía como si se enterraran un par de garras en mi cuello, entonces choqué a propósito con lo que fuera que encontrara para quitármelo de encima. Al fin cayó al suelo, se acercaba un automóvil, al vernos en la calle el conductor enloqueció y chocó con el auto que Vincent había arruinado y luego salió del camino y se volteó sobre la hierba del parque. Vincent volvió a atacar, casi parecía otra persona, nunca lo había visto tan avivado, moviéndose tan rápido, o moviéndose como una persona normal. Todavía no había visto exactamente algún poder amenazante, excepto la forma tan extraña en la que se movía y su fuerza. Se movía velozmente a mí alrededor, esquivando mis golpes y aprovechando cada oportunidad que se le presentaba para golpearme, que por cierto me debilitaba poco a poco. Cuando al fin logré concentrarme logré tomarlo por el brazo, y con la otra mano le agarré la cabeza, ya había acabado todo para Vincent dejando su cuello a mi merced, pero logró retorcerse y solo logré morderle el hombro. Estoy seguro de que debí haberle arrancado el brazo, pero por alguna razón no pude aunque sentí que estaba a punto de desprenderse como un ala de la pechuga de un pollo. Vincent se retorció de tal forma que sus pies alcanzaron mi cuello, por lo que me vi obligado a soltarlo. Se puso de pie tan rápido como pudo aunque ya estaba frito. Corrió hacia el incendio que había provocado el auto que recientemente había chocado. Lo alcancé y tropezó. Estaba a punto de darle el golpe final pero se volteó hacia mí mientras todavía estaba en el suelo, hizo un movimiento como si tratara de cobijarse con algo, y en seguida vi como el fuego del incendio saltó y lo cubrió, luego surgió una fuerte explosión a su alrededor, apenas pude escapar de las flamas. Vincent quedó allí, no pude hacer nada más así que me fui. ¡¿Pero qué demonios?! ¿Cómo es que el maldito sigue vivo sin huella de quemaduras y solamente con rasguños cuando yo lo había machacado con todas mis fuerza? Es algo que no podré entender a menos que él decida contarme. Cuando volví a verlo ya no vi al mismo Vincent de hacia días. Vi en sus ojos tanto odio al verme, tanto que sentí que me escudriñaban en alma con esa mirada suya de muerto viviente. En esa expresión, la primera que veo en él, vi que para él ahora yo era la presa y por un momento yo lo creí, aunque estaba seguro de que la próxima vez que peleáramos podría al fin matarlo.
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lunes, 8 de noviembre de 2010
Vince
No había visto a Vincent desde hace dos días (desde la luna llena), pero hoy al fin apareció. Tenía un aspecto demacrado, como si estos dos días no hubiese dormido ni comido nada en absoluto, se había dislocado el hombreo izquierdo y tenía rasguños cicatrizados en el rostro y en las manos. No estoy seguro de si sentí asco o lástima, pero no quería ni siquiera mirarlo, y si hubiera tenido la oportunidad de hacerlo pedazos en ese momento probablemente no habría podido hacerlo. Obviamente tuve que ver con esas heridas, pero no recuerdo muy bien lo que pasó la última vez que nos vimos.
Hace unos días estaba tan desesperado por encontrar la manera de enfrentarme con él en plena luna llena que solo pensaba en eso. Sentí nuevamente ganas de destruir cosas y ese enfermizo deseo de ver sangre. Me sentía desesperado y enojado, deseando mas que nada que la luz de la luna me cubriera. Incluso deseaba sentir ese fuete dolor que me causa el crujir de mis huesos. Me estaba desquiciando, en pocas palabras. Mi principal obsesión era encontrar una forma de seguirlo. Pensé en un millón de cosas, como pegar algo oloroso en la suela sus zapatos, o tirarle algo encima, o si se quitaba su chaqueta haría que Lenz se la pusiera (si acaso de distraía) para que dejara su olor en ella, pero cada idea que se me ocurría era más estúpida que la anterior. Comprendí que ya me estaba volviendo loco, pero me importó poco, pues no era la primera vez que pasaba esto.
Obviamente Lenz se dio cuenta de todo. Aquel día él y yo hablábamos de esto en plena clase de historia (veré si recuerdo exactamente lo que hablamos):
-¿Por qué no lo sigues y ya?- supongo que estaba más que arto de escuchar los mismos pensamientos todo el día. Pensé en la luna.- Ah, sí.
-¿Se te ocurre algo? Dame ideas.
-Se me ocurre algo: Puedes dejarlo en paz- no me hizo gracia en lo absoluto- Créeme, es mejor así.
-¿Qué quieres decir con eso?
-Ayer hablé con él- me sorprendí enormemente al escuchar eso, simplemente no podía imaginarme la escena- ¿acaso has intentado acercarte a él como una persona y no como una bestia? Ya sabe que eres un animal, tosco. Y también sabe que lo buscas.
-Ese cobarde. ¿Prefiere huir de mí?-dije algo decepcionado.
-No exactamente.-la profesora volteó, Lenz simulaba no hablar conmigo. Luego pensé algo malo, y me dije “Busco matarlo o ser muerto por él”. Lenz tuvo que responder en voz alta- Haz lo que quieras, Kreuz. No me interesa.
Después de esa clase no entré a ninguna otra, se me acababa el tiempo y necesitaba acabar con eso. Luego de un rato, se me ocurrió pensar que la idea de Lenz no era tan tonta como las mías, así que subí a la azotea del edificio principal, para ver a Vincent cuando saliera. Era necesario subir hasta el techo, porque sinceramente el tipo no tiene un pelo de idiota, y tal vez sospechaba que lo seguiría esa misma tarde. Estuve allí un buen rato, hasta que todo mundo empezó a salir, vigilé también las otras salidas, aunque en vano, porque salió por la entrada principal. Bajé tan rápido como pude, afortunadamente no lo había perdido de vista. Simplemente caminaba lento, como si disfrutara el clima cálido de la tarde, sin sospechar nada, así que caminé tan lento como él lo hacía. Lo seguí no más de 5 minutos cuando hizo algo que no esperaba. Se metió a un callejón sin salida, no pudo haber notado que lo seguía, a menos de que tuviera ojos en la espalda o que tuviera el olfato tan desarrollado como el mío. No creí conveniente asomarme al callejón hasta que recordé que allí podría desaparecer usando sus habilidades que obviamente yo desconozco hasta el momento. Así que miré dentro del callejón y lo encontré escalando el muro, sujetándose de los marcos de las ventanas y de las tuberías. Había supuesto correctamente. Escalaba sorprendentemente rápido, que en menos de un minuto estaba llegando al techo del edificio, que tenía como unos tres pisos. Cuando desapareció lo seguí sin pensarlo dos veces. Me di cuenta de que era más difícil de lo que parecía, y tardé más que Vincent en llegar al techo, pero afortunadamente, logré verlo como a tres o cuatro edificios de distancia y luego desapareció como una liebre al meterse en un agujero. Fui a donde lo había desaparecer, esperaba encontrar el hueco por donde había desaparecido, estaba muy seguro, no imaginé que pude haberlo perdido aunque en ese momento estaba ciego. Al fin encontré lo que buscaba, era un hueco donde antes había una especie de ventana plástica. Ya no estaba seguro de lo que iba a hacer, me quede allí pensando alrededor de dos minutos, luego entré sin importarme el ruido que hiciera al caer. Busqué a Vincent con la mirada, lo encontré encendiendo un montón de velas que estaban pegadas sobre un espejo que estaba en el suelo, luego se sentó justo al lado de ella y se quedó allí viéndolas un momento como si yo no estuviera allí. Tanta tranquilidad me asustó por un momento.
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jueves, 28 de octubre de 2010
Insípido
Al principio me había propuesto escribir solamente sobre las noches en que me transformara, pero me he adelantado una semana a la luna llena. Y es que ahora han pasado cosas que no comprendo y me pareció buena idea escribirlo.
Todas estas cosas extrañas comenzaron al mismo tiempo que esta semana. Lenz me enseñó un periódico del domingo, cuyo encabezado era ‘’Desastre en la calle Roman’’. No me interesó leer el artículo, incluso aun cuando las imágenes eran bastante llamativas y, sinceramente, iban de acuerdo a mis gustos. En ellas se veía un caos que sólo podía ser a causa de algún desastre natural, pero ¿sería posible que sólo ocurriera en esa calle y no en los alrededores? Los árboles de esa calle habían desaparecido, había un montón de vidrios rotos y piezas de metal en el suelo y los carros se encontraban deformes y sin pintura. Según Lenz, el artículo decía que las autoridades e investigadores sospechaban que se trataba de una bomba, pero ningún vecino escuchó nada estruendoso como eso. Lenz sugirió que se trataba de algún monstruo, pero jamás he escuchado de algún monstruo pudiera hacer destrozos de ese tipo. Luego pensé en la posibilidad de que pudieron haber actuado más de uno, pero no me podía explicar cómo fue que se destruyó aquella calle. Por otro lado, Lenz parece seguro, al parecer sus habilidades desconocidas le ayudarán a descubrir a dicho monstruo criminal. Por cierto, se me ha olvidado por completo preguntarle sobre su naturaleza.
Segunda cosa rara de la semana. Estaba como siempre distraído, y Lenz estaba más inquieto que nunca, preguntando cada quince minutos si percibo algo raro. Jamás noté nada fuera de lo normal, mucho tiempo después me di cuenta de que hablaba.
Ayer Lenz me contó que me vio llegar a la escuela. Llegué dos horas tarde(es complicado anotar el por qué), y casi me estrello con un sujeto extraño que no había visto nunca, cuando iba doblando una esquina, lo que me obligó a tratar de poner más atención al resto del camino. Luego llegué a donde estaba Lenz.
-¿Qué no te diste cuenta, torpe?-estaba algo inquieto.
-¿De qué? – Creí saber a qué se refería- Ah ya… venia dormido y además distraído, ¿te sorprende?-Lenz se golpeó la frente con la mano.
-¿Y venias tan distraído que aun habiéndolo percibido kilómetros a distancia no lo evadiste?
Sentí que algo en mi cabeza pateó con fuerza mi cerebro. Al fin había amanecido. Miraba al suelo tratando de comprender lo que acaba de ocurrir.
-Lenz…Yo no percibí nada en absoluto- Y Lenz levantó los brazos dando gracias al cielo.
-¡Exacto! ¡Exactamente a eso me refería! Ahora que entiendes y ya estamos en sintonía, te informo que yo jamás he escuchado sus pensamientos. Es como si no pensara nada de nada. ¿Y tienes alguna idea de lo que puede significar esto?
-Que…él…no lo hemos notado.
-Exacto, no sabemos cuánto tiempo haya estado aquí justo en frente de nosotros.
No me concentré en el resto de las clases, pues ese fenómeno ocupó mi mente todo ese tiempo. No podía creer que me hubiese burlado por completo, además de inquieta saber si se trata de algún monstruo peligroso y astuto o de un simple insecto que se oculta así mismo para evitar los conflictos. Un montón de ideas llegaron a mi cabeza.
Tercera cosa extraña. Un estudiante nuevo llega y se van otros tantos. Se me había olvidado mencionar que Kyle se encuentra bien pero no regresó a la escuela. John siguió como si nada, hasta que apareció este extraño sujeto. John y otras personas que frecuentemente estaban con él desaparecieron desde hace dos días. Este sujeto me está empezando a preocupar, sin mencionar que para mi él es invisible. Nada es peor que un enemigo que no puedes ver y que posiblemente te asecha. Sin embargo siento que esta maldición jamás me abandona, mi instinto me incita a buscarlo y quitarlo de mi camino.
Luego mis miedos se disiparon. Una de esas veces de terrible jaqueca decidí salir temprano de la escuela, pero antes me acerqué a un bebedero, porque cuando la luna llena esta próxima me siento sediento, más hambriento de lo normal, y todas esas cosas de las que ya he hablado. Al volverme a erguir vi que del edificio salía el loco desconocido. Fui detrás de él, pero no tardo nada en darse cuenta y volverse hacia mí, e inmediatamente lo empuje hacia la pared más cercana. Por un momento creí que atravesaría la pared, de hecho, si no fuera porque acaba de ponerle las manos encima habría jurado que estaba frente a un fantasma. Este sujeto, es insípido en todo sentido. No tiene aroma alguno, por eso no lo detecto. Tampoco tiene color, si no que es en extremo pálido, y en su rostro tiene siempre la misma expresión melancólica, como de muerto. Su voz es seca, monótona y apagada, como leyera en voz alta un libro de medicina. Y lo más raro de todo, su delgado cuerpo está siempre frio. Solo me miraba. Sentí un escalofrió recorría mi espalda.
-¿Qué quieres?
-Que me digas quien eres.
-Vincent. Vine de Hungría hace unas dos semanas.- fue un alivio saber que no llevaba demasiado tiempo entre nosotros.- ¿Ya estas contento?
-No. Dime que eres tú.-trataba de no verlo directo a los ojos.- ¿Qué clase de fenómeno eres tú?
-No hay ninguna clase. Sólo soy yo, a diferencia de ti, que como tu he conocido muchos.-Me sentí gravemente en desventaja.- Ahora no tengo tiempo, pero ya nos veremos en otra ocasión…
Se zafó de mi opresión sin mucho esfuerzo y se fue tranquilamente. No me sentí con ganas de perseguirlo, además me di cuenta de un profesor pasaba por allí, y Vincent se había marchado justo a tiempo.
Le conté todo esto a Lenz, omitiendo algunos detalles. Se sorprendió de saber que habíamos hablado, seguramente él también pensó de que se trataba de algún zombi. O tal vez esperaba desafiarlo antes que yo. Por desgracia para Lenz, Vincent ya es mi blanco, y la próxima vez que lo vea será bajo la luz de la luna. Ya me las arreglaré para que así suceda. Debo admitir que esto me produce una especie de felicidad, sinceramente, no sé qué haré el día en que los retos se me terminen.
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martes, 26 de octubre de 2010
lunes, 25 de octubre de 2010
Mi querida Madre
Creo que cometí una gran idiotez. No he escrito desde hace unas dos semanas, y la razón es que perdí el diario, y mágicamente apareció hoy bajo mi almohada. Eso es lo que hacen las niñas y los maricas, ¿Qué hacia mi cuaderno allí?! (Incluso llamar a esa cosa diario me hace sentir como un estúpido). Era obvio que alguien lo había tomado. Desapareció el día que Lenz se fue de aquí. Dudo que él lo hubiese tomado, pues le resultaría mucho más fácil leerme la mente que tratar de descifrar mi espantosa letra. No es que me importara mucho escribir, es que si alguien leyera todo esto…creo que eso no importa. En fin, lo que me preocupaba y que menos quería en la vida era que mi mamá lo leyera. Y a si fue. No me lo dijo, ni hiso nada para que yo me diera cuenta, excepto que ayer vino mi queridísimo, estimado y simpático amigo el doctor Watson.
Yo llegaba, como siempre, hastiado de la escuela. Entre y lo primero que vi fue a mi madre sentada en el sofá, sosteniendo una tasa en sus pequeñas manos. En cuanto entre bajo la mirada, iba a decir algo pero el doctor Watson la interrumpió. No pude evitar dejar escapar una mueca de desagrado cuando me saludó:
-Buen día, joven- permanecí callado, tratando de escupir al menos dos palabras que no fueran ofensivas.
-Emm…eso- di media vuelta rápidamente decidido a subir a mi habitación.
-Kreuz, quisiera hablar un momento contigo-respire hondo, muy hondo. Me di cuenta que mi madre aprovechó para escapar a la cocina mientras estaba de espaldas.
-¿sí?
-Tu madre está preocupada por ti. Dice que has estado muy raro estos últimos días, que regresas siempre con rasguños nuevos…
-Es propio de la edad, supongo.
-Pues eso parece. Dime una cosa ¿Hay algo que te aterre? Algo como pesadillas.
-No- vi que el viejo Watson iba a decir algo, pero me adelanté a él-Estoy perfectamente bien, señor. Sin alucinaciones, sin pesadillas, ni drogas, ni alcohol ni nada por el estilo.
-Por favor, muchacho, confíe en mi. Le aseguro que solo intento ayudarle, intento hacer mi trabajo.
-Pues lamento tener que hacer de su trabajo un fastidio, así como usted me fastidia la existencia.
-Créame cuando le digo que sólo quiero ayudar…
-¿Ayudar? ¿Quiere ayudarme o más bien sólo le importa ganar su sueldo?- el doctor no dijo nada, no es tan mal viejo después de todo- Si acaso es cierto eso que dice, entonces comience a ocuparse de mi madre. Ella es la del problema.
-¿Está usted jugando conmigo?
-Claro que no. Sabe qué, empiezo a dudar de usted. Si es un profesional, ya debió haberlo notado hace mucho…al menos antes que yo. Ella tiene un problema y no lo sabe.
Hubo silencio. Ya no había nada más que decir así que subí a mi habitación a dormir, pero no pude hacerlo; escuchaba sus voces, la de Watson y la de mi madre. Al parecer el doctor olvidó notificar a mamá de su problema, pero al menos recordó decirle que me encontraba bien y que no tenía que preocuparse por mí.
Mi madre no me ha preguntado nada sobre el cuaderno. De hecho no me ha dirigido la palabra. Tal vez quiere evitar que le diga algo que no quiere escuchar, como reclamarle sobre la visita del doctor. O no sé. Tal vez algún día llegué a ser un monstruos hasta para con mi propia madre.
Publicado por Stein Adler en 22:42 0 comentarios